Una obra representativa de la música polifónica del Renacimiento fue compuesta por Gregorio Allegri, su Miserere fue compuesto durante el Papado de Urbano VIII, aproximadamente durante 1630. La obra era representada solamente en la Capilla Sixtina durante la celebración de maitines y concretamente durante la ceremonia Tenebrae (principalmente Cristiana) que daba lugar en Jueves, Viernes y Sábado Santo antes del amanecer. El Miserere adornaba los 12 minutos finales de esta ceremonia que consistía en ir apagando velas hasta que quedaba una, su interpretación era exclusiva de esa Capilla y de esos tres días al año, quebrantar esta norma estaba penado con la excomunión.
La obra es una pieza para dos corales, una de cinco voces y otra de cuatro donde una canta la pieza principal y la otra hace ornamentos. De su partitura solo se distribuyeron 3 copias antes de 1770 que se sepa, una al Emperador de Roma Leopoldo I, otra al Rey de Portugal y la última al Padre Martini (Giovanni Battista).
La anécdota cuenta que un joven de 14 años escuchó la obra un Jueves Santo por la noche y durante el viernes las transcribió de memoria a papel con tal precisión que el viernes noche volvió a escucharla para realizar correcciones menores. Este chico era Wolfgang Amadeus Mozart.
En sus viajes familiares, Mozart se cruzó con un historiador inglés que tomó la obra y la publicó en Londres en 1771 haciendo la obra universal en su magnificencia. El Papa al enterarse convocó a Mozart en Roma y en lugar de excomulgarlo le felicitó y alabó su temprana genialidad musical.
La obra hoy en día está reconocida como una de las obras a capella más interpretadas hasta nuestros días.
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Imaginemos traslación de los sucesos a la actualidad:
Lo que Mozart hizo fue realizar una grabación no autorizada del material protegido por el copyright del Vaticano, un screener mental que posteriormente duplicaría en un formato físico léase una partitura donde figuraba el «código fuente» de la obra, esto facilitaría enormemente su distribución para por ej. realizar interpretaciones desautorizadas del Miserere por lo ancho y largo del mundo, incluyendo algunas copias de mala calidad y otras no carentes de cierta notoriedad, pero en una gran variedad y diversidad, probablemente pudiera tener también otra consecuencia lógica y es que mucha más gente iría a ver el Miserere original al Vaticano. Este hecho le habría valido la ex-comunión al joven Mozart convirtiéndolo en un proscrito social, un indeseable a los ojos de Dios y de una sociedad muy cristianizada, probablemente pagaría una gran multa y sería portada de muchos medios de comunicación. También es posible que como protesta a esta medida el Vaticano sufriera algún ataque tipo denegación de servicio en la asistencia de feligreses a sus ritos.
Dicho esto aquí queda: