Hace unos días vi
a un extranjero conocido
no de mi agrado, reconozco
pero cordial lo recibí.
Nos quejamos todos
unos más que otros y
ante la falta de trabajo
pregunté por la salud.
Negó con lo cabeza
«lo peor tengo yo…»
y mirándome fijamente
su mal me detalló.
Solo fueron unos segundos
pero funesto lo pintó
su vida se drenaba
su mensaje me alcanzó.
Tras esto alguna cosa se llevó
alguna más me preguntó
pero aún tengo marcada
su mirada de sumisión.
«La vida son cuatro días»
dimensión la frase recobró
se marchó entre el murmullo:
«¡Mucha suerte!» dije yo.
Adormecido con el recuerdo
del rumano cansino
que buscando fortuna en España
le sorprendió su destino.
-N-